Después es enviado a prisión para cumplir una sentencia, en donde el alcaide de la prisión le pide que reuna un equipo de convictos para enfrentarlos a su equipo profesional de guardias.
Decidido a demostrarle al alcaide que aún tiene mucho que ofrecer al mundo deportivo, Crewe con la ayuda de dos presos (Caretaker y Nate Scarborough como entrenador) se decide a armar un equipo que pueda ganarle a los guardias.
En esta película podemos aprender algunas lecciones acerca de liderazgo:
- Equipo adecuado. Crewe sabe que el equipo de los guardias es un equipo que juega en una liga profesional, por lo que busca a las personas que puedan cubrir los puestos que él necesita dentro del equipo. Para ello hace una investigación en los archivos de la prisión para conocer el perfil de los convictos.
- Motivación. Muchos de los convictos no querían formar parte del equipo, por lo que tuvo que buscar los diferentes motivadores para cada uno y así convencerlos de jugar.
- Saber a quien ganarse. En la prisión existía un líder autoimpuesto, a quien seguía un gran grupo de convictos. Si él decidía no jugar, nadie de su bando jugaría. Sin embargo, Crewe supo que si ganaba el respeto de este líder, ganaría el respeto de sus seguidores, y con ello obtendría el apoyo necesario para el juego.
- Confianza. La confianza requiere mucho tiempo para ser ganada, pero puede ser perdida en cuestión de minutos. Paul Crewe debe esforzarse por obtener la confianza de sus compañeros, ya que es acusado de manipular el resultado de un juego, y eso los hace dudar acerca de la validez del juego que esta organizando.
- Estrategia. Los convictos utilizaron toda la información que obtuvieron sobre su equipo rival para encontrar debilidades y poder aprovecharlas durante el juego. Además, el futbol americano por ser un juego basado en estrategias, requiere que no solo se tenga a los jugadores adecuados, sino que deben estar en los puestos correctos, para aprovechar de mejor manera su potencial.