viernes, 24 de junio de 2011

El hombre de la arena

Theodore Roosevelt fue el presidente #26 de los Estados Unidos.
Cuando era niño su salud era delicada, sufriendo constantemente de ataques de asma, razón por la que se dedicó a la actividad física.  Su padre le dijo que tenía la mente pero no el cuerpo, y sin la ayuda del cuerpo la mente no puede llegar tan lejos como debería.
Era conocido como un hombre de acción, llevándolo a aventuras como en 1914 cuando exploro un río en Brasil.  Practicaba el boxeo y judo, realizaba paseos a caballo y largas caminatas.
En la política fue representante de su estado para el congreso y subsecretario de marina, luego gobernador de Nueva York.  El Partido Republicano lo presentó como candidato a la vicepresidencia y debido al asesinato del presidente, Roosevelt se convirtió en presidente y posteriormente ganó la reelección.

Como líder equilibraba un estilo conservador con medidas populares, características que le brindaron un gran apoyo por parte de los electores.  Dentro de sus logros se encuentra haber lanzado a los Estados Unidos como una potencia mundial, la construcción del canal de panamá, ganar el premio nobel de la paz.
Theodore Roosevelt murió en 1919 mientras dormía.  El vicepresidente dijo "La muerte tenía que llevárselo dormido, porque si Roosevelt hubiera estado despierto, hubiera habido una pelea".  Toda su vida luchó por aprender y mejorarse a sí mismo.

En la película Invictus (que trata sobre Nelson Mandela y el mundial de rugby) aparece como Mandela le entrega un poema al capitán del equipo para inspirarlo en la búsqueda del campeonato mundial.  En realidad Mandela le entregó un fragmento de un discurso de Theodore Roosevelt llamado "El hombre en la arena".  El hombre en la arena nos representa a cada uno de nosotros, a los que estamos avanzando en el campo de batalla y que a pesar de los fracasos que puedan existir, continuamos avanzando hacia adelante.

"No importan las críticas; ni aquellos que muestran las carencias de los hombres, o en qué ocasiones aquellos que hicieron algo podrían haberlo hecho mejor. El reconocimiento pertenece a los hombres que se encuentran en la arena, con los rostros manchados de polvo, sudor y sangre; aquellos que perseveran con valentía; aquellos que yerran, que dan un traspié tras otro, ya que no hay ninguna victoria sin tropiezo, caída sin esfuerzo. Aquellos que realmente se empeñan en lograr su cometido; quienes conocen el entusiasmo, la devoción; aquellos que se entregan a una noble causa; quienes en el mejor de los casos encuentran al final el triunfo inherente al logro grandioso; y que en el peor de los casos, si fracasa, al menos caerán con la frente bien en alto, de manera que su lugar jamás estará entre aquellas almas que, frías y tímidas, no conocen ni victoria ni fracaso." -- Theodore Roosevelt


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