Después de un tiempo, las personas empezaron a cambiar sus costumbres, se levantaban cada vez más tarde, ya no corrían por el laberinto sino que caminaban hacia la central quesera. Ellos pensaban que de todas formas ya sabían en donde encontrar el queso. Y cuando llegaban allí se acomodaban a disfrutar del queso que habían encontrado. Pensaban que ese queso los haría felicies para toda la vida, e hicieron su vida alrededor de la central.
Pensaban que después de haber trabajado tanto por encontrar el queso, ahora merecían disfrutarlo.
Su confianza se convirtió en arrogancia, y eso no les permitió ver lo que estaba ocurriendo.
Al mismo tiempo, los ratones seguían haciendo lo mismo todos los días; recorrían el laberinto, llegaban a la central quesera, revisaban los cambios respecto al día anterior y tomaban el queso necesario.
Un día al llegar se dieron cuenta que ya no había queso en la central quesera, y eso no les sorprendió porque en las revisiones diarias notaron que la cantidad de queso iba disminuyendo. Los ratones instintivamente supieron que hacer: la situación en la central quesera había cambiado, así que ellos debían cambiar. Su instinto los llevo de nuevo al laberinto en búsqueda de más queso, como siempre lo hacían.
Es Imposible - Funky
Hace 9 años